Era agosto del año 2015 y nos largamos atrás de un sueño: ir a Alaska a conocer la naturaleza de verdad y poder jugar a ser libres de verdad, si es que eso es posible.
Fuimos, paseamos, caminamos, trepamos, corrimos, nadamos, remamos y asamos. También aprovechamos para mirar mucho y para pensar sobre nosotros, descubrir qué nos gusta, aprender nuestros talentos, conjugar hacia afuera nuestras íntimas palabras, hacernos nuestro propio mapa de vida, ser lo que nos toca.
Fue en setiembre del mismo año y bastante más al sur cuando aquella semilla de Alaska brotó hecha idea y conoció Montevideo: lo que nosotros tenemos que hacer es ropa. Ropa que nos identifique, que nos defina, que viva cómoda en la naturaleza y que luzca nuestra en la ciudad. Ropa robusta, estética, outdoor y urbana. Ropa honesta que no le proponga trepar el Himalaya a los oficinistas.
Denali es la montaña más alta de Alaska y es también la escenografía de varios de los mejores de nuestros recuerdos. Para los alaskeños, Denali significa “Lo más grande”. Para nosotros significa una conducta: vivir mirando para afuera y revisando para adentro. Respetar lo que ya estaba y construir lo que se viene, si es que eso es posible.